El código deontológico de los nimbos

wc

(Niebla en el despertador o Borrascas de metraquilato o El código deontológico de los nimbos o El sufrimiento de la estratosfera o Aguaceros mañaneros o Alborada de plástico o Alarma en modo repetición). Rastrillando amanecer sumerge grises materias en decadencia inmersas en artificios subliminales en los caramelos de bencina que noqueé la noche de antes de irme a la piltra. He despertado apaleado sin un hálito de vida estudiando los movimientos que me quedan a lo largo del día hasta tumbar de nuevo el hueco que ahora dejo en el sobre para colocarme las zapatillas. No quiero más aspirinas que se suban vienen en bolsitas pero lo que sí sé es que no sé como llegaré esta noche otra vez al borde de la almohada excesivamente empírica y fría. Me reconfortaré fantaseando versiones sobre saltar de lo alto a troqueles en monstruosos cimientos sin esqueletajes abotargados de óxido y cañaverales en lo bajo o con una soga amiga que me va a allegar al reino celestial de cáñamos que crecerán más allá de este vergel de mentiras. Un fósforo se apaga en la lejanía son mis ojos en mi cadáver  se enciende una débil antorcha de cerrazones australes altar y pasto de un engrudo meridional y completamente  anormal. En los disonantes hospitales de la discordia consumen bibliotecas de perfectas adicciones a las máximas opresiones. El aire es la peor droga y en los suburbios de las camillas expiran drogadicciones que no requieren ya su dosis diaria y sin medida: la muerte es lo que chana y chuta realmente y en los Paracelsos del parnaso muchos serán felices desenganchados al fin de estupefacientes/ciones que han propiciado a no levantar testa y esto último parece que va a ser que tal vez después de muerto no se quiera respirar pero este nuevo e indómito diapasón ¿será mejor o peor? Ya estoy de pie ¿qué camino me aguarda?

GABRIEL

Deja un comentario