(Como agua de mayo la esclavitud para los malvados que sí que morirán).

En las listas de desgraciados a la que había que apuntarse sólo por venir al mundo yo estaba entre los primeros levantando la mano por querer abandonarla. Atroz la vida corre en los esperantos del asfalto que ven las torceduras de tobillo y como los dioses sabían que siendo tantos esto mejoraría y habría hospitales y centros donde curasen las físicas heridas. Pero los daños del alma no los curaban los curas repitiendo en bucle frases de la biblia. En los restos de ayer se han sepultado cuerpos como en el ahora mismo ya van cayendo en soledades oscuras personas que tuvieron vida a las insondables cúpulas espirituales. La paz emerge en las lápidas de cementerios construidos a los lados de la carretera para que sepan que el ruido reside en la substancia fluídica. En las hogueras del porvenir y en las fiestas del mañana voces se alzan pero son acalladas por las gaviotas y las águilas en la tranquilidad del crepúsculo o del amanecer cuando surgen y sólo queda sumido en las sombras perniciosas el humano ser pronto a devastar los caminos sin nada que les anille tras los pies. Y Eolo sopla céfiros que calmen la tormenta para los amantes mientras que de las filas marchitas de abuelos ricachones que aún persiguen lo material basado en malevolencias y abusos de poder mientras mueren en el coltán niños que les sujetarán cuando aquellos mueran y nada primordial los quiera. (El Hombre que será Juez)

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